
El primer documento escrito sobre
la existencia de la Cofradía de la Santa Vera Cruz de Zamora data de 1.508. Sin
embargo, la tradición oral en la ciudad la proclama la más antigua de Zamora, y
es de suponer que tal aserto tenga su explicación en el uso de la precedencia
que ejerció durante siglos en la procesión del Corpus Christi colocándose en el
lugar ‘más antiguo’ o destacado de todas las cofradías de legos que acudían a
la misma. La razón de ser de esta Cofradía es rememorar los sufrimientos de
Jesucristo para salvar a los hombres de tal forma que siempre estos lo
recuerden, y para hacerlo se organizó una cofradía cuyo acto principal era una
procesión en la que, entre otros símbolos, los cofrades derramaban sangre por
los crueles azotes que el hijo de Dios padeció. Es, por tanto, una típica
cofradía penitencial de disciplina caracterizada por el ejercicio público de
esta penitencia. Los disciplinantes fueron prohibidos en 1.768. La primitiva
Cofradía parece que no se rigió por ordenanzas aprobadas formalmente hasta
1.545. Su primera sede fue el monasterio de San Francisco, a la que se unió a
partir de 1.519 la del de Santo Domingo, sirviéndose en ambos alternativamente.
Durante el Antiguo Régimen la Cofradía fue acumulando un patrimonio, nunca
demasiado abundante, que iría incrementándose poco a poco por legados y
donaciones así como por los bienes procedentes de varias cofradías que se le
agregaron en el siglo XVIII, la de San Benito y San Bartolomé (1.703), la de
San Miguel y ánimas de San Juan (1.707), la de San Gabriel (c.1.740) y la de
Nuestra Señora de la Piedad (1.743). De todas ella la más importante fue la de
la Cofradía de San Miguel pues supuso para ella disponer de una capilla propia
donde pronto comenzó a colocar sus imágenes y a celebrar sus reuniones y
funciones. A lo largo del siglo XX se va consolidando el proceso de mejora de
la cofradía, que a su vez perderá alguna de sus señas de identidad puesto que
su vida cada vez más se centrará en la procesión que realiza el Jueves Santo,
dejando de lado todo tipo de actividad social y buena parte de sus funciones
religiosas, todo lo cual no impidió que en las décadas de los cincuenta y
sesenta la Cofradía sufra una importante crisis que tiene como manifestaciones
más evidentes el descenso del número de cofrades, la eliminación de los pasos a
hombros y la aprobación del uso de túnicas de raso y no de terciopelo como era
preceptivo. En los últimos treinta años la tendencia se invierte, la Cofradía
ve cómo aumentan sus cofrades y se puede recuperar el esplendor, nunca perdido
del todo, de la procesión. Los pasos vuelven a ponerse a hombros, aumenta el
número de los mismos, se eliminan las túnicas de raso, se acondiciona una
capilla para Jesús Nazareno, e incluso vuelve a organizarse solemnemente la
festividad de la Cruz de Septiembre y se entroniza solemnemente a la Virgen
Dolorosa en el altar de la capilla de Santa Eulalia de la iglesia de San
Andrés. Aunque desaparecida la función asistencial a sus propios miembros, la
Vera Cruz va poco a poco retomando ese elemento como una de sus señas de
identidad mediante la colaboración en actividades de ese tipo aunque no
sostenidas únicamente por ella sino a través de Cáritas Diocesana. La Vera Cruz
realiza a lo largo del año dos salidas en procesión, una con motivo de la festividad
de la Exaltación de la Cruz y la que conmemora el Jueves Santo.El primer
documento escrito sobre la existencia de la Cofradía de la Santa Vera Cruz de
Zamora data de 1.508. Sin embargo, la tradición oral en la ciudad la proclama
la más antigua de Zamora, y es de suponer que tal aserto tenga su explicación
en el uso de la precedencia que ejerció durante siglos en la procesión del
Corpus Christi colocándose en el lugar ‘más antiguo’ o destacado de todas las
cofradías de legos que acudían a la misma. La razón de ser de esta Cofradía es
rememorar los sufrimientos de Jesucristo para salvar a los hombres de tal forma
que siempre estos lo recuerden, y para hacerlo se organizó una cofradía cuyo
acto principal era una procesión en la que, entre otros símbolos, los cofrades
derramaban sangre por los crueles azotes que el hijo de Dios padeció. Es, por
tanto, una típica cofradía penitencial de disciplina caracterizada por el
ejercicio público de esta penitencia. Los disciplinantes fueron prohibidos en
1.768. La primitiva Cofradía parece que no se rigió por ordenanzas aprobadas
formalmente hasta 1.545. Su primera sede fue el monasterio de San Francisco, a
la que se unió a partir de 1.519 la del de Santo Domingo, sirviéndose en ambos
alternativamente. Durante el Antiguo Régimen la Cofradía fue acumulando un
patrimonio, nunca demasiado abundante, que iría incrementándose poco a poco por
legados y donaciones así como por los bienes procedentes de varias cofradías
que se le agregaron en el siglo XVIII, la de San Benito y San Bartolomé
(1.703), la de San Miguel y ánimas de San Juan (1.707), la de San Gabriel
(c.1.740) y la de Nuestra Señora de la Piedad (1.743). De todas ella la más
importante fue la de la Cofradía de San Miguel pues supuso para ella disponer
de una capilla propia donde pronto comenzó a colocar sus imágenes y a celebrar
sus reuniones y funciones. A lo largo del siglo XX se va consolidando el
proceso de mejora de la cofradía, que a su vez perderá alguna de sus señas de
identidad puesto que su vida cada vez más se centrará en la procesión que
realiza el Jueves Santo, dejando de lado todo tipo de actividad social y buena
parte de sus funciones religiosas, todo lo cual no impidió que en las décadas
de los cincuenta y sesenta la Cofradía sufra una importante crisis que tiene
como manifestaciones más evidentes el descenso del número de cofrades, la
eliminación de los pasos a hombros y la aprobación del uso de túnicas de raso y
no de terciopelo como era preceptivo. En los últimos treinta años la tendencia
se invierte, la Cofradía ve cómo aumentan sus cofrades y se puede recuperar el
esplendor, nunca perdido del todo, de la procesión. Los pasos vuelven a ponerse
a hombros, aumenta el número de los mismos, se eliminan las túnicas de raso, se
acondiciona una capilla para Jesús Nazareno, e incluso vuelve a organizarse
solemnemente la festividad de la Cruz de Septiembre y se entroniza solemnemente
a la Virgen Dolorosa en el altar de la capilla de Santa Eulalia de la iglesia
de San Andrés. Aunque desaparecida la función asistencial a sus propios
miembros, la Vera Cruz va poco a poco retomando ese elemento como una de sus
señas de identidad mediante la colaboración en actividades de ese tipo aunque
no sostenidas únicamente por ella sino a través de Cáritas Diocesana. La Vera
Cruz realiza a lo largo del año dos salidas en procesión, una con motivo de la
festividad de la Exaltación de la Cruz y la que conmemora el Jueves SanEl
primer documento escrito sobre la existencia de la Cofradía de la Santa Vera
Cruz de Zamora data de 1.508. Sin embargo, la tradición oral en la ciudad la
proclama la más antigua de Zamora, y es de suponer que tal aserto tenga su
explicación en el uso de la precedencia que ejerció durante siglos en la
procesión del Corpus Christi colocándose en el lugar ‘más antiguo’ o destacado
de todas las cofradías de legos que acudían a la misma. La razón de ser de esta
Cofradía es rememorar los sufrimientos de Jesucristo para salvar a los hombres
de tal forma que siempre estos lo recuerden, y para hacerlo se organizó una
cofradía cuyo acto principal era una procesión en la que, entre otros símbolos,
los cofrades derramaban sangre por los crueles azotes que el hijo de Dios
padeció. Es, por tanto, una típica cofradía penitencial de disciplina
caracterizada por el ejercicio público de esta penitencia. Los disciplinantes
fueron prohibidos en 1.768. La primitiva Cofradía parece que no se rigió por
ordenanzas aprobadas formalmente hasta 1.545. Su primera sede fue el monasterio
de San Francisco, a la que se unió a partir de 1.519 la del de Santo Domingo,
sirviéndose en ambos alternativamente. Durante el Antiguo Régimen la Cofradía
fue acumulando un patrimonio, nunca demasiado abundante, que iría
incrementándose poco a poco por legados y donaciones así como por los bienes
procedentes de varias cofradías que se le agregaron en el siglo XVIII, la de
San Benito y San Bartolomé (1.703), la de San Miguel y ánimas de San Juan
(1.707), la de San Gabriel (c.1.740) y la de Nuestra Señora de la Piedad
(1.743). De todas ella la más importante fue la de la Cofradía de San Miguel
pues supuso para ella disponer de una capilla propia donde pronto comenzó a
colocar sus imágenes y a celebrar sus reuniones y funciones. A lo largo del
siglo XX se va consolidando el proceso de mejora de la cofradía, que a su vez
perderá alguna de sus señas de identidad puesto que su vida cada vez más se
centrará en la procesión que realiza el Jueves Santo, dejando de lado todo tipo
de actividad social y buena parte de sus funciones religiosas, todo lo cual no
impidió que en las décadas de los cincuenta y sesenta la Cofradía sufra una
importante crisis que tiene como manifestaciones más evidentes el descenso del
número de cofrades, la eliminación de los pasos a hombros y la aprobación del
uso de túnicas de raso y no de terciopelo como era preceptivo. En los últimos
treinta años la tendencia se invierte, la Cofradía ve cómo aumentan sus
cofrades y se puede recuperar el esplendor, nunca perdido del todo, de la
procesión. Los pasos vuelven a ponerse a hombros, aumenta el número de los
mismos, se eliminan las túnicas de raso, se acondiciona una capilla para Jesús
Nazareno, e incluso vuelve a organizarse solemnemente la festividad de la Cruz
de Septiembre y se entroniza solemnemente a la Virgen Dolorosa en el altar de
la capilla de Santa Eulalia de la iglesia de San Andrés. Aunque desaparecida la
función asistencial a sus propios miembros, la Vera Cruz va poco a poco
retomando ese elemento como una de sus señas de identidad mediante la
colaboración en actividades de ese tipo aunque no sostenidas únicamente por
ella sino a través de Cáritas Diocesana. La Vera Cruz realiza a lo largo del
año dos salidas en procesión, una con motivo de la festividad de la Exaltación
de la Cruz y la que conmemora el Jueves Santo.